En las mejores bibliotecas de universidades y centro de estudios del Perú y del mundo, podemos encontrar infinidad de libros de historia que narran con lujo y detalles sobre la llegada de los españoles a tierras del Tahuantinsuyo, pero no tan ciertas como imaginamos. Sabemos que al inicio la historia lo escribieron los ganadores, y lo engendraron estéticamente como si todo lo sucedido fue color de rosa. Nos hablan de conquista y no de invasión. Dicen que llegaron un poco más de un centenar de hombres blancos con gigantes caballos, perros regordos y buenos soldados con una cruz de salvación. La memoria de cronistas que se ganaban la vida escribiendo por encargo nos dicen que murieron pocos tahuantinsuyanos por resistirse a la buena fe de los hombres recién llegados. Difícil de creer.
Investigando la verdadera memoria y vida de los pueblos herederos de la civilización andina, para mi buena suerte, aunque duela leerlo, pero bueno saber por honor a la verdad, me llegó un email dónde narran la historia verdadera de la llegada de los españoles a tierras del Imperio Inka, terrible, que jamás ningún cronista escribió tal acontecimiento por temer la hoguera u otra muerte de los malditos hombres de entonces. He aquí la historia…
Para el 26 de julio de 1529, cuando la esposa de Carlos V, Isabel de Portugal, le entregó a Francisco Pizarro las capitulaciones para la conquista del Perú, territorio que recibió el nombre español de "Nueva Castilla", el Imperio Inca sobrepasaba la dimensión todo el vasto imperio español: Su poder militar se extendía por toda Sudamérica, ya que los peruanos poseían una poderosa flota de barcos construidos de madera "balsa" y juncos de "totora" del lago Titicaca... Era una civilización de veinte millones de peruanos con un poderoso ejército de dos millones de aguerridos súbditos a la orden del rey Inca.
Tal era la magnificencia de esa civilización andina, que sus cíclopes ciudades, murallas, pirámides, templos y fortines, aún hoy retan la imaginación de ingenieros y arquitectos.
…y aquí lo más increíble..! Ese poderoso imperio americano que era la envidia de Europa y el mundo, no sucumbió por la espada española, sino por una moderna arma de "destrucción masiva" que ha sido utilizada por los imperios por más de trece mil años: LA GUERRA BACTERIOLÓGICA
Pizarro estaba consciente del poder impenetrable del Imperio Inca, y no podía poner en práctica el esquema de invasión que utilizó Hernán Cortés para dominar México; por lo tanto, utilizó el "terrorismo" como su arma devastadora.
Todo el imperio supo de la llegada de los barcos españoles… y el ejército Inca esperó pacientemente la intención de los extranjeros… Pero Pizarro se mantuvo en el barco… En su insaciable codicia y maldad, el conquistador español preparaba el arma bacteriológica: viruela, enfermedad infectocontagiosa de carácter epidémico; tuberculosis, enfermedad que ataca a hombres y animales provocando lesión pulmonar e intestinal; peste negra, enfermedad infecciosa provocada por la pulga que infecta a las ratas...
Fueron terribles enfermedades que, sólo en el 1350, diezmaron una tercera parte de la población europea...
Un emisario inca llevó una cajita que entregó personalmente al emperador Inca Huayna Capac; en su interior, una hermosa mariposa de bronce que le obsequiaba el extranjero, cuyos barcos habían fondeado en la costa del Pacífico... Para el rey Inca, creyó se trataba de un gesto de sumisión a su autoridad; sin darse cuenta que allí estaba el arma mortal que acabaría con todo su imperio... A los pocos días muere el rey, luego, sus esposas, sus hijos menores y sus colaboradores, en una epidemia de muerte que en pocos días se extendió a doscientas mil almas que enfermaban misteriosamente.
Producto de las muertes misteriosas surgió la leyenda de las "Mariposas Negras" que revoloteaban trayendo desgracia y calamidades...
Cada vez más eran los regalos que, infectados de bacterias asesinas, hacían llegar los españoles a los inocentes dignatarios, cuyo pueblo carecía de las defensas para esas enfermedades europeas, dejando una secuela de millones de cadáveres, no sólo de personas, sino de animales y hasta de las aves… La pestilencia devastó ciudades…
Pizarro ordenó recoger los cadáveres putrefactos que, con poderosas catapultas, proyectaba sobre la amurallada capital del imperio...
Así surgió el ANTRAX.
Las impenetrables murallas de la ciudad de Cuzco, no evitaron que la población fuese infectada de las bacterias convertidas en el mortal Ántrax, que como se sabe, es una infección de estafilococos que se desarrolla en cadáveres en descomposición… Los eficientes caminos incas que trasladaban encomiendas a más de 250 kilómetros al día, llevaban las bacterias asesinas a cada rincón del territorio: los sobrevivientes huían a las montañas abandonando los campos de cultivo, y el hambre terminó por aniquilar esos pueblos risueños: el ejército se dedicó atender a los enfermos; los chamanes perdieron su poder ante el pueblo al no poder curar la peste que los diezmaba; y al final, las metrópolis incas que había subsistido por seis mil años, en menos de seis años se convirtieron en ciudades fantasmas.
En Cuzco, por orden de su hijo Atahualpa, el cadáver de Huayna Capac fue momificado y su cabeza cubierta con una máscara de oro para ser conducido en procesión por los pueblos incas; lo irónico, fue que más y más eran las personas que se infestaban de las misteriosas enfermedades llegadas de Europa, cada vez que besaban los pies del cadáver en su último adiós; hechos que favorecieron la caída del último imperio americano… Pizarro entró victorioso a la Capital del Imperio Inca, seis años después, con apenas 70 jinetes y 110 infantes; para entonces, prácticamente casi toda la población peruana había perecido por la Guerra Bacteriológica… El último soberano inca, Atahualpa, cayó en una trampa y fue apresado por Pizarro… El rescate se fijó en una cantidad indeterminada de oro, capaz de llenar su celda hasta la altura de su cabeza; mandato que se cumplió rápidamente al llegar objetos desde todos los rincones del Imperio… Pero Pizarro traicionó su palabra, y ordenó estrangular al último mandatario Inca.
Al momento de morir, Atahualpa lanzó una maldición a los conquistadores que fue refrendada en oraciones por el sabio chamán de su corte… LA MALDICIÓN INKA