Con el máximo afecto y devoción a Sarita Colonia, mi coterránea, quiero compartir lo que otros dicen haber recibido de la Santa no reconocida por la iglesia católica. El milagro.

De ella se sabe que nació el 1 de marzo de 1914 en el seno de una familia muy pobre del Caserío de Belén, actualmente barrio tradicional de la ciudad de Huaraz-Perú. Su padre, Amadeo Colonia, humilde carpintero. Su madre, Rosalía Zambrano, ama de casa. Los relatos cuentan que Rosalía sufría de bronquitis por lo que en 1924 se mudaron a Lima, exactamente al Puerto del Callao, de donde retornaron a Huaraz después de 4 años de estadía por recomendación del médico. Tras cuatro meses en Huaraz fallece la madre dejando a la familia en manos de Sara. Para sus hermanos pequeños ella suplió a la madre. De ahí empezó el gran periplo de la Sarita, a los 16 años emigró a Lima, en tiempos difíciles para un provinciano. Se desenvolvió como vendedora de frutas, ropas, verduras, estuvo un tiempo de niñera en una casa de italianos, también recuerdan que ayudaba a su tía en la venta de pescados en el mercado central. Hizo lo que todo migrante hace para subsistir en una ciudad tan incomprendida, fantástica y horrible. Sus hermanos le recuerdan como una mujer de corazón muy noble y misericordioso, con el poco dinero que obtenía en los mercados se proveía de alimentos y vestidos para regalar a los desamparados. Recuerdan que un día en la sierra de Huaraz se cayó a un río, su cuerpo flotaba y le daban por muerta, pero de pronto se salvó y dicen que fue un hombre con hábito blanco y barba rubia quien le salvó la vida, él le dijo entre otras cosas “me vas ayudar a servir al prójimo” muchos afirman o niegan este hecho. Lo cierto es que esta mujer que perdió la vida a los 26 años, es una santa que congrega a miles de devotos en su altar, lugar que anteriormente funcionaba como fosa común donde se enterraban a los vagabundos, locos, desamparados, huérfanos, y toda clase de gente sin familia o sin dinero. Sobre su muerte se comenta de acuerdo a la partida de defunción, que aún se conserva en la Municipalidad de Bellavista, consta que murió de paludismo. Sin embargo, la familia asegura que ella murió por sobredosis de aceite de ricino. También comentan que murió ahogada en el mar al intentar escaparse de un grupo de violadores. Misterio, misterio, misterio misterio…

Según la literatura oral de esas calles de casonas vetustas y mágicas, comentan que fueron los estibadores del puerto del Callao los primeros en rendir culto a Sarita Colonia, luego las prostitutas, los homosexuales y los delincuentes, quienes encontraron en ella a una protectora por sobre toda las cosas y llevan su rostro en su piel tatuado para siempre.

En 1970 con la gran migración masiva del mundo rural a la ciudad de Lima, se formaron grupos sociales de marginados y desocupados, y fueron ellos quienes encontraron en la Sarita su fe para seguir existiendo. Así fue, los taxistas, conductores de microbuses, cobradores, heladeros, cocineros, madres solteras, vigilantes, amas de casa y adivinos, entre otros, se sumaron a quienes confiaban su suerte en la santa popular. Le pedían por un trabajo, por un idilio peligroso, por todo lo que los marginados lloran… afirman sus devotos que siempre se cumplió sus deseos, por eso le agradecen con placas recordatorias, estampitas, llaveros, afiches, tatuajes, medallones, cuadros, amuletos, y un sin fin de representaciones de su rostro dulcemente santa.

Cuenta Victoria, una señora del puerto que expende ceviche en una esquina de ambulantes, que un día su hijo fue atropellado y terminó semi paralitico en una silla de ruedas, ella con el poco dinero no podía costear el gasto de las operaciones y la rehabilitación, fue así como llegó a pedirle un milagro a la Sarita, la salud de su hijo. Llorando relata que antes de un mes su deseo fue concebido, su hijo empezó a caminar y dejó la silla de ruedas. Historias como esta se repiten a diestra y siniestra. Otros cuentan que la Sarita les ayudó salir al extranjero en tiempos de penuria económica, les entregó el trabajo que pedían, incluso, dio libertad a muchos delincuentes, y ayudó a salir de la prostitución y de las drogas a muchas mujeres que por debilidades de la vida cayeron a ese mundo oscuro y terrible.

En este tiempo cambiante la Sarita ha trascendido más de lo imaginable, ahora es venerada no solo por gente de mal vivir, sino por gente pudiente y económicamente estable. Ellos ofrendan sus joyas de gran valor que van finalmente de adorno en el altar de la Santa de todas las sangres. A Sarita le ofrecen poesías, dibujos, estampas, canciones, oraciones, oraciones… un grupo bandera de la cumbia peruana, Grupo Maravilla, le ofreció un tema que nunca ha pasado de moda, Sarita Colonia, esta música siempre ha sido un referente en el mundo de la música peruana. Otro grupo famoso del rock peruano, Los Mojarras, en los años fuertes de la migración le dedico un tema a la Sarita Colonia que lleva su mismo nombre. Así mismo, otro grupo de rock peruano contemporáneo que fusiona ritmos y melodías se hace llamar La Sarita. Con tantos devotos, y tantos milagros que se pierden en la literatura de los barrios, cerros y calles de Lima, incluso internacionalmente, la iglesia católica no acepta su santidad. Sus devotos cada vez más crecen y seguirán engrandeciendo la santidad de Sarita Colonia, que en paz descanse.